Como hombres, mujeres… como organizaciones, colectivos, movimientos y sociedad…
Nosotros como anarquistas nos oponemos totalmente a la idea de poder, despreciamos la supremacía de aquellos que pretenden dirigir a los todos y todas, aquellos que pretenden decidir por los todos y las todas, y luchamos por destruir ese poder de nuestras vidas desde la expresión social mas grande hasta la mas pequeña a nivel individual pues estamos convencidos de que para cambiar nuestras sociedades, y ser dueños de nuestras vidas tenemos qué transformarnos totalmente desde nosotros mismo y nuestro actuar colectivo, pues no bastaría nunca solo una transformación política-económica sin una transformación social y colectiva, humana que nos lleve a un actuar ético personal, colectivo, libertario, humanos y social.
Pugnamos por destruir al sistema económico y político domínate y sus herramientas de opresión, dominación, imposición, enajenación y represión, pero también pugnamos por destruir cualquier inequidad, cualquier imposición, dominación, cualquier injusticia pues sabemos que de nada valdría un cambio político económico sin un cambio social desde nuestras propias entrañas, por eso pugnamos por una ¡revolución social! En todo el esplendor de esta palabra, no una revolución dirigida por un estado, partido, dirigente, cúpula o cualquier otra forma de poder y dominación, una revolución dirigida por los todos y las todas, donde todos actuemos en equidad, sin supremacías, sin poder, una revolución que nazca en cada hombre y mujer para ser dueños de nuestras historias y nuestras decisiones, una revolución en cada rincón de nuestras sociedades, en cada ámbito de nuestras vidas personales, colectivas y sociales. Pues creemos que una revolución ajena a los todos y las todas, a los mas donde se generen nuevas formas de poder con viejas herramientas de dominación no nos llevaría mas que hacer poder, opresión, injusticia, inequidad, imposición, represión, no nos llevaría mas que a construir otro poder igual de violento hacia nosotros y nosotras mismas. Una revolución que nos lleve a eliminar las inequidades, las imposiciones, los vicios de poder sociales, colectivos y personales en los que se basa este sistema y el poder, una revolución nuestra, de los todos y las todas aquellas que no pretendemos dirigir, imponer, explotar a los y las demás, una revolución que se cimiente en lo mas profundo de nosotros y nosotras, una revolución social que no olvide ningún ámbito de nuestras vidas sociales, colectivas y personales.
Es por esto que pugnamos por destruir cualquier asomo de poder desde nosotros y nosotras mismas como hombres y mujeres, como colectivos y sociedades, cualquier injusticia, inequidad, opresión ya sea de genero, ideológica, política, económica, social, personal, religiosa, cultural…
Y en este sentido es que pugnamos por eliminar de nosotros y nosotras los vicios de poder, y por construir esa equidad, ese respeto, ese actuar ético, social, político, humano, y esta pelea es si contra el estado, el capitalismo, y el poder, pero también lo es contra nosotros y nosotras mismas pues el poder ha sido capas de educarnos en lógicas de poder y dominación para que seamos nosotros mismos quienes apoyemos el sistema, desde nuestras esferas mas pequeñas colectivas e individuales, el poder nos ha educado en lógicas propias de el, nos enseña a dominar, a imponer, a sojuzgar, a que intentemos pararnos sobre los y las demás para ser superiores, nos educa y nos educamos en una dinámica de querer ser el y la mejor, el mas, el que decide, el que usa violencia de cualquier tipo para imponer las ideas, las decisiones, los deseos, y en esto no ha fallado el estado y el poder, nosotros y nostras reproducimos estos vicios de poder desde nosotros mismos, en nuestras personas, parejas, familias potencializandolos a nuestro actuar colectivo y nuestras sociedades, apuntalando así la idea y la supremacía de los poderosos, ayudando a mantener la dominación, la explotación, la violencia.
También reproducimos estos vicios de poder, estas inequidades, imposiciones aquellos y aquellas que luchamos contra este sistema, algunos de manera mas abierta y conciente, otros de manera indirecta ( ja ) e inconciente, y los reproducimos dentro de nuestras organizaciones, colectivos, pueblos, dificultándonos así la construcción de ese mundo libre, ético, equitativo, colectivo y nuestro, de todos y todas, no es sorpresa encontrar siempre estos vicios de poder aun entre anarquistas, libertarios y todos y todas aquellas que decimos estar contra la dominación y la injusticia, y es que el poder esta tan inculcado en nosotros y nosotras que no tan fácil podemos darnos cuenta de los errores y vicios de poder que reproducimos dentro de los órganos colectivos que construimos para pelear contra este sistema de dominación, explotación, represión e inequidad, y es aquí donde requerimos de un esfuerzo y una lucha enorme contra nosotros mismos, pues no podremos construir un mundo nuestro, equitativo, libre y colectivo si no peleamos contra nuestros propios vicios y formas de poder dentro de nosotros y nosotras mismas y dentro de nuestros espacios colectivos de lucha.
Es sabido desde siempre que mas allá de que una organización sea jerarquita, jerarquizada, o anti jerárquica casi siempre, si no es que siempre están estos vicios dentro de nosotros mismos, dentro de nuestras personas y organizaciones, aun las anarquistas, y debemos luchar por erradicarnos esa parte que tanto mal nos hacen, dentro de nuestros movimientos y organizaciones siempre existen quienes pretenden decidir por los y las demás, los que pretenden ser la dirección única y infalible, quienes pretenden imponerse sobre los demás, dominándoles, oprimiéndoles, excluyéndoles y relegándoles de su papel dentro de los movimientos y organizaciones, proclamándose los elegidos superiores.
Y uno de tantos problemas que tenemos dentro de nosotros como personas, como organizaciones y movimiento es la inequidad, y hablando de inequidad, hablamos ahora en especifico de los problemas de imposición, violencia, dominación, inequidad entre hombres y mujeres participantes de los movimientos y las organizaciones colectivas, esto nos representa un problema de ética social, colectiva, humana y personal, pues no debemos reproducir una violencia y una inequidad que decimos combatir, este punto es muy amplio, muy diverso, pues en primera nosotros creemos que la inequidad y la violencia de genero no nace del hombre, nace del poder, el poder genera violencia para imponerse y sojuzgar, y es ejercida, reproducida e impulsada por hombres y mujeres, sin embargo no podemos negar que la dominación del hombre sobre la mujer socialmente es preocupante pues esta no debería de existir, creemos que la violencia es ejercida por hombres y mujeres, hacia hombres y mujeres por igual, pero sabemos también las faltas que se reproducen contra las compañeras en nuestros entornos de lucha, pues suele haber organizaciones donde la mujer es la encargada de servir el café, de limpiar, sabemos la discriminación que se reproduce hacia la mujer dentro de las mimas organizaciones de lucha, la dominación, el acoso, la violencia (social, política, ideológica, sexual), pues muchas veces este punto no es ni siquiera contemplado en las organizaciones, en los movimientos, y no raro encontrar caso de compañeras que son violentadas de mil formas dentro del movimiento, dentro de las organizaciones y espacios de lucha y entonces para muchos no constituye un problema, pues no lo ven, sabemos que el papel de la mujer dentro de los movimientos, de las organizaciones y espacios colectivos de lucha debe ser en equidad, es decir ni mayor ni menor que el del hombre, sin mas ni menos derechos y responsabilidades, sin mas ni menos importancia, dueñas de sus decisiones y sus ideas y las compañeras has tenido que luchar contra esta violencia de genero (ejercida por hombres y mujeres) en las sociedades y también dentro de los espacios de lucha, y su lucha ha sido constante, por que los compañeros les respeten como mujeres, con sus decisiones, sus ideas, hacia su ser mujeres, hacia su cuerpo, así su integridad, su libertad y su equidad…
Creo que es tonto pensar que esta lucha les corresponde solo a las mujeres, pues creo nos corresponde a hombres y mujeres, pues como hombres tenemos que aprender a actuar equitativamente hacia la mujer, en nuestras sociedades, en nuestros colectivos, y organizaciones, en nuestros pueblos y familias, en nosotros mismo, la lucha por la equidad de hombres y mujeres, por el respeto hacia hombres y mujeres es mutua, es tarea de los todos y las todas, pues no podemos ir por el mundo gritando “equidad, horizontalidad, respeto, libertad” y en nuestras vidas personales, colectivas y en nuestros espacios de lucha seguir excluyendo a las compañeras, seguir golpeándolas, acosándolas, violentándolas en sus decisiones, en sus cuerpos y en su ser mujer…
Y esta problemática es cuestión de poder, no de ser hombres y mujeres, si no de poder, pues el hombre es educado (por hombres y mujeres) en una entupida masculinidad impositiva, opresora, dominante, y es despreciable que dentro de aquellos que decimos luchar por la equidad y el respeto, por la libertad quepan estos actuares de violencia hacia nuestras compañeras, debemos entender que la mujer no es objeto, ni sexual ni de ningún tipo, la mujer es compañera que anda a nuestro lado en la lucha por la libertad, que la mujer es dueña de su cuerpo, de su vida, de sus ideas, de su sexualidad y sus decisiones, que su papel es en equidad con los y las demás, tenemos que aprender a respetar su ser mujer, y no es que un hombre no se pueda acercar a una mujer, se trata de respetarla en todo el sentido de la palabra, de transformarnos nosotros mismo, en nuestros espacios de lucha, colectivos y sociales. No hablo de que un hombre no pueda pretender a una mujer, hablo de que se respete siempre el sentir y el actuar de las compañeras, sin transgredirle ni agredirle.
En este sentido, creo el acoso sexual a las compañeras también suele darse dentro de los espacios colectivos, y mas cuando una figura de poder entra en juego, pues fuera y dentro de las organizaciones, y movimientos suelen usarse el poder para acosar a las compañeras, o para que accedan a los deseos de aquel que dentro de la organización y el movimiento ejerce poder, y no dudamos que se suelan dar caso en que para que las compañeras accedan a los deseos se usen represalias…esto solo por mencionar un caso de las inequidades entre hombres y mujeres, tampoco podemos suponer que no existen a la inversa, es decir que la mujer utilice el poder para dominar, transgredir a hombres y mujeres, precisamente se trata de que desde nosotros mismo rompamos con estos vicios de poder y de inequidad para poder construir un nuevo mundo, uno nuestro de los todos y las todas, donde respetemos al otro y la otra, donde actuemos en equidad, libertad, colectividad, apoyo y respeto mutuo entre unos y otras…
La violencia hacia la mujer, la de género es un problema que no podemos permitir en nuestras sociedades, ni en nuestros espacios colectivos de lucha, ni en nuestras vidas…
Aprendamos a actuar en equidad y respeto entre hombres y mujeres, aprendamos como hombres a no violentar a las compañeras ni en los espacios de lucha, ni en los movimientos, ni en nuestras vidas.
Aprendamos a respetar a nuestras compañeras, respetando su integridad, sus decisiones, sus ideas, su cuerpo, su ser mujeres…
¡Salud anarquía, equidad y revolución social!! Y una revolución no puede ser sin la mujer en equidad y libertad!!
¡¡Hombres y mujeres no somos iguales, pero si valemos igual y merecemos la misma libertad, el mismo respeto!
¡¡No somos iguales, somos equitativos!!
¡¡Ni hombres por encima de la mujer, ni mujeres por encima del hombre!!...¡todos lado a lado…! ¡todxs de ladito! (perdonen el chistecito)
¡La revolución es de hombres y mujeres en equidad!, sin el uno o sin la otra no podrá ser!!
¡¡Respeto a nuestras compañeras!!
¡¡el poder, el estado, la estupidez y la cobardía son las que violan, acosan excluyen y dominan, nosotros somos compañeros y compañeras, no permitamos que esto ocurra ni en nosotros y nosotras, ni en nuestros espacios de lucha, ni en nuestros movimientos, ni en nuestras vidas colectivas, sociales y personales!
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